Reloj de caballero astronómico estilo lepine de origen francés en caja pavonada en azul cobalto.

Catalogación Referencia: MIARB Nº 065 JDBC.

 

 

Siglo XIX, circa 1880.

Reloj obra de un maestro relojero francés anónimo, el cual está dotado de complicación astronómica. Dispone de cuatro subesferas, una para la indicación del mes, otra para el día de la semana, otra para los segundos y fase lunar, y por último, la de los días del mes. Es de estilo lepine, pavonado en elegante azul cobalto, con el colgante, la corona y la anilla de suspensión situada a las XII horas.

La caja es redonda, de aleación de níquel y cromo pavonado en exquisito azul cobalto, con el número contrastado 97.311 en el interior de su tapa posterior. En su carrura, dispone además de cuatro pequeños orificios, dos en cada lateral, con un pulsador en su interior. Cada uno regula una de las cuatro pequeñas subesferas del reloj. Adicionalmente, dispone de un pulsador, situado al lado de la corona, que presionándolo permite el cambio horario.

La esfera es en esmalte blanco sobre cobre convexo; los indicadores en numeración romana en esmalte negro y numeración arábiga alrededor de ésta, también en esmalte negro, indicando los minutos. Esta esfera dispone de cuatro pequeñas subesferas en su interior con agujas en latón azul cobalto, las del reloj en latón dorado. Las esferas están perfectamente distribuidas en forma de cruz y nos indican, en idioma francés, los meses, días de la semana, día del mes y fase lunar.

Las agujas principales son estilo Luís XIV en latón dorado para el indicador de la hora y los minutos. El resto de las agujas, que son cuatro en latón azul cobalto, están dispuestas en forma de lanza.

El sistema de cuerda es por la corona, siendo ésta de forma esférica. La máquina, en metal plateado, dispone de unas marcas grabadas en forma de aguas decorativas que, en su origen, se les daba una impresión dorada que hacía más vistosa la maquinaria, pero que con el uso, desaparecía rápidamente. Se decoraba así para realzar la vistosidad de la máquina a la hora de abrirlo y enseñar su maquinaria para venderlo.

El indicador del regulador está marcado por ‘advance’ y ‘retard’. Si se dirige la aguja dorada hacia ‘advance’, el reloj se acelera; por el contrario, hacia ‘retard’, se atrasa. Dispone de pulsador para el cambio horario en la parte superior a las 13 horas y de cuatro pulsadores, dos en cada lateral de la carrura para el cambio de los días de la semana, meses y fases lunares. Dispone de varios rubíes antifricción en su maquinaria.

Con respecto a la presencia de la luna en la esfera de los relojes, que se inició en los monumentales, es muy antigua, pudiendo decirse que fue la primera complicación incorporada, junto con las fechas del mes. Desde el siglo XVI se puede ver también en los relojes portátiles, en plano o de bulto, situada en un círculo giratorio interior al disco de horas, de modo que muestra las fases y su posición en torno a la Tierra.

La forma definitiva quedó en una ventanilla de arco con dos semicírculos al pie, que deja espacio para la rotación de un disco en el que figura grabada o pintada una luna “llena” y otra “nueva”, situada al lado opuesto de la otra. (‘Relojes’, Luís Montañés).

 

Elemento técnico de escape situado en la maquinaria. Dicha pieza, como su nombre indica, recuerda a un áncora y lo que la caracteriza es que recibe la fuerza para el impulso sobre sus dos extremos y la transmite al volante por su tenedor, que a continuación transmite a una pieza solidaria con el eje del volante durante unos instantes, mientras que la velocidad del volante es máxima dejándole libre durante su oscilación, de ahí su nombre de escape libre.

 

“Francia ha sido una de las naciones en que más arraigo ha tenido la relojería desde sus comienzos. Los talleres de Lyon y Blois, que antecedieron a París, han producido innumerables obras de la época del Renacimiento, que en nada desmerecen a las salidas de Augsburgo o Nuremberg. Desde el péndulo, la relojería adquiere en Francia un nuevo desarrollo, siendo ya París el centro productor desde donde se extiende el arte a toda Europa.

La nómina de sus relojeros eminentes es larguísima: Lepine , Le Roy, Robin, Janvier, y se remata con la incorporación de los suizos Berthoud y Breguet. Entendemos que se deben distinguir dos aspectos bien separados en esta relojería: las obras de autor, únicas o realizadas en cortas series, y la producción basada en la máquina París, que supuso la concentración de manufacturas y fábricas y la intervención de diversos artistas para la presentación de la caja, lo que permitió una total separación del trabajo y dio el máximo prestigio y difusión a la relojería francesa.

Por otra parte, la máquina París incorporó también complicaciones como calendario, fases de luna, segundero central, y se combinó muchas veces con equipos de órgano musical.

La relojería de uso personal tuvo asimismo gran auge; hasta su paulatino desplazamiento a Ginebra y Suiza. No olvidemos también la dilatada y vasta producción peculiar de la región de Franco Condado, que ha provisto de este género de relojes (a pesas y muelle) a toda Europa durante más de 200 años”.

(texto extraído del libro “Relojes” del maestro relojero Luís Montañés; colección Diccionarios Antiqvaria)